Dansa València, de la mano del creador portugués Marco da Silva Ferreira y su propuesta ‘Carcaça’, programada para este viernes, 21 de abril, a las 21 horas, en el Teatre Principal, investiga sobre la comunidad, la construcción de una identidad colectiva, la memoria y la cristalización cultural. Esta coreografía, que parte inicialmente de un footwork saltado como motor agitador y acelerador, diez intérpretes dan vida a un colectivo que busca su identidad en un flujo físico, intuitivo y sin pretensiones del cuerpo, de la danza y de la construcción cultural, que va dibujando un cuerpo vibrante, rebelde y carnavalesco.
El festival, organizado por la Generalitat a través del Institut Valencià de Cultura, también será el contexto en el que se estrenará la nueva obra de calle de la castellonense Pepa Cases, ‘Voràgine’. El espectáculo ha sido definido por la actriz, bailarina, coreógrafa, docente y gestora cultural como “un grito hacia la sociedad, un golpe en el estómago, una bofetada para despertar”.
La artista todoterreno planteará el viernes 21 a las 13.30 horas, en la plaza del Ayuntamiento, con poética y brutalidad, con controversia y razón, un debate sobre la incomprensión social sufrida por las víctimas de abuso. La obra está protagonizada por una mujer que se enfrenta a cinco decisiones del destino y una multitud que podrá observar, tomar partido, reflexionar, emocionarse, reír incluso, pero, eso sí, volver a casa posiblemente con la certeza de que algo tenemos que cambiar.
La alcoyana Paula Serrano está programada en el Teatre Rialto a las 19 horas, con su obra ‘Sexy Suggestion’, un espectáculo de danza que gira alrededor de la atracción hacia lo misterioso, hacia aquello desconocido que nos llama. Sus tres protagonistas han de interactuar durante la pieza con un cubo de persianas venecianas.
Finalmente, en Espacio Inestable, a las 17 horas, la bailaora y actriz malagueña María del Mar Suárez ‘La Chachi’ innova en el cante de minas de Almería con ‘Talanto aleatorio’. En escena la acompañará la cantante Lola Dolores. El espectáculo arranca con dos mujeres comiendo pipas en un espacio cotidiano común donde comparten una conversación y la intimidad del silencio. De pronto, el cante y el baile rompen el mundo ordinario e introducen la magia. En un tiempo suspendido, enigmático, la coreografía nace como un remolino delicado hasta transformarse en un torbellino. Un taconeo que se queja y se ríe en bucle. Una canción que no se detiene, que se eleva y envuelve el espacio.
