L’ETNO muestra en una exposición a partir del 11 de mayo la evolución del viejo cauce del Turia y su relación con la ciudad

11 de mayo de 2023

piragüismo 1963 foto Luis Vidal VidalL’ETNO, Museu Valencià d’Etnologia, presenta la exposición temporal Antes del jardín, que permanecerá del 11 de mayo al 31 de agosto en el espacio Natúria. Se trata de una compilación de fotografías y material documental que muestra cómo se han relacionado los habitantes de la ciudad de València con su río antes de su reconversión en jardín.

 

La exposición es una colaboración con el Ayuntamiento de València a través de la concejalía de Ecología Urbana y OAM de Parques y jardines, y se enmarca en el 35 aniversario del jardín del Turia. La muestra está comisariada por el técnico del Archivo Fotográfico de L’ETNO, Pau Monteagudo, y diseñada por Manel Flor.

 

Uno de los objetivos de la exposición es dar a conocer nuestro pasado, teniendo en cuenta el hecho de que nuestra ciudad nació en una isla junto al río Turia o que hemos sido una ciudad con río que ha evolucionado a jardín. Esta evolución contiene muchas historias ligadas a los diferentes usos que hacían los valencianos y las valencianas del río y del cauce. Por ello se pretende recuperar esta memoria.

 

A través de material gráfico que, en algunos casos, no se había mostrado antes, “la propia investigación de archivo fotográfico y documental con fotografías de más de diez archivos y colecciones diferentes ya es un hecho a destacar”, en palabras del comisario de la exposición.

 

Se podrán contemplar instantáneas de importantes fotógrafos locales como Luis Vidal o José Penalba y el todavía poco conocido Luis B. Lluch Garín, así como del fondo gráfico Olaechea de la Catedral de València. Las imágenes se complementan con documentación de archivo que nunca se había mostrado, como el de la Confederación Hidrográfica del Júcar gracias a la colaboración del geógrafo especialista en la historia del cauce, Iván Portugués. Junto a estos, también figuran otros como el propio archivo de L’ETNO, el Archivo Histórico Municipal o el Archivo General y fotográfico de la Diputació de València (AGFDV).

 

También el lugar escogido para la exposición tiene un simbolismo especial -el espacio Natúria en el cauce del río-, ya que vincula el relato donde estas memorias arraigan. Además, hay una voluntad de que sea un espacio popular y didáctico, rompiendo los muros de las instituciones clásicas y saliendo fuera, al lugar donde la vida fluye.

 

La mirada al pasado nos enseña cómo nuestro entorno cotidiano está en cambio constante, fruto de la evolución de las relaciones entre las personas y el medio que habitan. Observar estos procesos contribuye a fortalecer las raíces emocionales que nos vinculan a los espacios que habitamos, disfrutamos y acostumbramos a percibir como naturales y conocidos.

 

València no nació en balde de espaldas al mar, como acostumbra a decirse, sino deliberadamente de cara a su río.

 

Secciones de la exposición

 

La muestra se divide en tres secciones. Vivir en el río, centra la atención en el cauce como espacio de vivienda. Durante los años de posguerra, España vivió una larga década de estancamiento económico junto a un importante desplazamiento de población del campo a la ciudad. Las duras condiciones materiales, el paro, los sueldos bajos y las deficiencias en la construcción de vivienda barata, provocó que los entornos de las ciudades se llenarán de chabolas y viviendas de subsistencia allí donde el suelo era menos apreciado.

 

El entorno de la ciudad de València, en cambio, rodeada históricamente de terrenos de huerta de alto valor productivo, dificultó su uso para asentamientos. Por esta razón, junto al útil y cercano acceso al agua, una parte de los habitantes y personas recién llegadas encontraron en el cauce del río, insólito y peligroso por las crecidas, una oportunidad para establecerse y desarrollar su proyecto vital.

 

La sección Vivir del ríoseñala los diferentes aprovechamientos de recursos a menudo relacionados con el agua. El aprovechamiento del agua del río antes de entrar a la ciudad para alimentar la huerta, junto a las largas temporadas sin lluvia propias del clima mediterráneo, generaban la sequía crónica del cauce y facilitaba la explotación de sus recursos.

 

Era muy frecuente ver a gente realizando diversos trabajos en el cauce del río, como la extracción de gravas para confeccionar mortero para la construcción; el cultivo de todo tipo de vegetales como patatas, boniatos, cebollas y otros, junto al uso del agua, imprescindible para todo tipo de trabajos domésticos. También fue espacio de negocio y pastoreo del ganado hasta finales de los años setenta.

 

Paralelamente, el cauce es lugar de encuentro de otros oficios relacionados con el agua, como los gancheros que bajaban los troncos de las montañas de Cuenca y Teruel, y los canteros de Godella, que trabajaron la piedra para construir los muros de protección. Además, el río alimentaba con la energía del agua los últimos molinos que funcionaron en las proximidades de la ciudad.

 

La jurisdicción del espacio, en constante conflicto entre el Ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Júcar, toleró estos usos. Pero sin dejar de mostrarse preocupados por la salud del cauce. Algunos trabajos obstaculizaban el curso del agua y provocaban insalubridad, a la vez que hacían las crecidas mucho más peligrosas.

 

Por último, la sección Vivir el ríorevela la evolución de su uso social y popular hasta convertirse en jardín. Después de dos catastróficas riadas (1949 y 1957), la administración franquista, movida por su impulso e interés económico desarrollista, decidió acabar con el problema definitivamente. La solución sería un gran proyecto de infraestructura urbana con el objetivo de desviar el Turia antes de entrar a la ciudad. La obra conocida como ‘Plan Sur’ no acabaría hasta inicios de los años setenta.

 

Durante la década de los años sesenta se dio un debate público de personas expertas sobre qué hacer con este terreno sin río dentro de la ciudad. ¿Una autopista, una red ferroviaria, un jardín?

 

Mientras, el cauce del Turia se convertiría en un gran solar urbano con un creciente uso popular para ocio y deporte, que reflejaba las deficiencias de infraestructuras públicas para este tipo de actividades. En 1973, gracias a la movilización ciudadana, el Ayuntamiento transformó el antiguo cauce en zona verde, dando los primeros pasos hacia los actuales Jardines del Turia.

La muestra incluye una sección donde se recogen un conjunto de retratos anónimos con el río de fondo. Una reflexión antropológica sobre los lugares donde nos fotografiamos como escenario para el recuerdo. Estas imágenes muestran una conexión emocional compartida. Un punto de encuentro en el imaginario visual de las personas que habitan y visitan la ciudad. Un referente de memoria. Antes de salir, gracias a una instalación de gran formato, los visitantes podrán llevarse su propio retrato con el río ausente de fondo.

 

Como reflexión final de la muestra, se ha confeccionado el álbum fotográfico “de un río a otro” donde se comparan imágenes del río con 40 años de diferencia. Un paseo fotográfico de Luis B. Lluch Garín en 1975 que muestra el jardín latente, dibujado por el agua, aún salvaje.  Por otro lado, el Jardín hoy en día, sin agua, pero lleno de otras vidas.

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